Hemos visto que para que una idea sea recordada debe ser simple. Continuando con el análisis de los otros 5 principios, hoy analizaremos el que se refiere a lo inesperado.
Su atención por favor
El primer problema que enfrenta cualquier comunicador es el de tener la atención de la gente. Cuando el comunicador tiene la autoridad suficiente (por estatus, conocimiento, rango, etc.) el problema se minimiza.
Sin embargo, la mayoría de las veces no contamos con la autoridad necesaria y debemos ganarnos la atención de la audiencia. Peor aún, una vez que tenemos esa atención debemos mantenerla. ¿Cómo lograrlo?
Dos emociones básicas
Según podemos leer en «Pegar y Pegar», para tener la atención de la audiencia y mantenerla debemos entender primero cómo funcionan la sorpresa y el interés, dos emociones esenciales para evitar el aburrimiento.
La sorpresa llama la atención. La función de esta emoción es ponernos en alerta y enfocarnos. Sin embargo, la sorpresa no dura mucho tiempo.
El interés mantiene la atención. Podemos generar interés y estimular la curiosidad revelando huecos en el conocimiento de la audiencia y llenándolos luego. Otro modo consiste en realizar algún cambio cada 10 minutos.
El sentido común, enemigo de las ideas pegadizas
Cuando un mensaje es intuitivo o tiene sentido, entra por un oído y sale por el otro. Los autores del citado libro se preguntan al respecto:
«Si ya capté intuitivamente lo que intentas decirme ¿por qué debería obsesionarme por recordarlo? El peligro, por supuesto, es que lo que suena con sentido a menudo no lo tiene.»
Como comunicadores, deberíamos identificar las partes de nuestro mensaje que desafían el sentido común. Responder preguntas tales como ¿cuáles son las implicaciones inesperadas de nuestra idea principal? y ¿por qué no son aparentes? ayudarán a mantener la expectativa de la audiencia por nuestra exposición.
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